jueves, 29 de marzo de 2012

EL HUERTO ESCOLAR •10: ABONAR EL HUERTO ESCOLAR


EL HUERTO ESCOLAR •10

ABONAR EL HUERTO ESCOLAR


 
Ya sabréis que las plantas necesitan “comida”, que sobre todo toman del suelo.
¿Qué pasaría si las cultiváramos una y otra vez, y no repusiéramos esos nutrientes?
¿Sabéis para qué se abonan los cultivos?

Unos seres vivos se alimentan de otros. ¿De qué se nutren los seres vivos que podéis encontrar en el huerto?
Hay algunos que aprovechan las hojas caídas, excrementos e insectos muertos (a toda esa materia que proviene de organismos le llamamos “orgánica”, y a la que está ya totalmente “descompuesta” le llamamos “humus). Haced diversas observaciones
sobre la materia orgánica: ¿qué pasa cuando un ser vivo muere; permanece igual o se va “descomponiendo”? Con una lupa, observad en el tronco de un árbol muerto los seres vivos que se alimentan de la materia orgánica en descomposición: cochinillas de la
humedad, hongos, etc. ¿Están todas las partes en igual grado de descomposición? En todas las actividades en las que manipuléis materia orgánica, no olvidéis las normas de higiene: llevad guantes y lavaros bien posteriormente.
Otros muchos seres vivos participan en esta descomposición, pero sólo pueden verse con microscopio. Son bacterias y hongos descomponedores, y en el suelo son numerosísimos.
Descomponen la materia orgánica en “sales minerales” y otras sustancias (“inorgánicas”), que quedan en el suelo, y son aprovechadas como nutrientes por las plantas, a través de sus raíces. Así, entre las plantas verdes, los animales que se alimentan de ellas, y los organismos descomponedores, se forma un “ciclo" continuo: en la naturaleza la materia se “recicla”.

Diferentes tipos de abonos. Las plantas que cultiváis también necesitan nutrientes, que si no se reponen mediante el abono, irán disminuyendo. ¿Habéis visto con qué se abonan los cultivos agrícolas en vuestro entorno?
Veréis que se usa abono orgánico (estiércol sobre todo), que provee a las plantas de nutrientes, y además mejora la estructura del suelo, ayuda a retener el agua, evita la erosión, etc. Pero se utilizan mucho más los abonos “inorgánicos” (que no son de materia orgánica). Están compuestos por sales minerales que las plantas toman
del suelo con muchísima facilidad. Gracias a ellos, la agricultura actual produce una cantidad mucho mayor de alimentos que antes, pero también ocasiona algunos problemas para el medio ambiente y para la salud. Investigad sobre estos abonos (nitratos, fosfatos, sulfatos…) y sus efectos sobre los cultivos y el medio ambiente.

.Un problema de los abonos inorgánicos surge de que el agua los disuelve muy fácilmente, y los arrastra a ríos y mares. Allí harán crecer y proliferarse a las algas. Al descomponerse éstas se consume mucho oxígeno disuelto en el agua, llegando a provocar la axfisia de muchos animales. Otro problema es que las plantas cultivadas almacenan esos nutrientes (nitratos, nitritos), y a partir de cierta cantidad pueden causar problemas de salud a quienes las consumen.
¿Qué es eso del compost? En vuestro huerto escolar podéis preparar un excelente abono orgánico compuesto (“compost”) aprovechando diversos restos orgánicos. Buscad un lugar sombreado, sobre el terreno (que puedan entrar las lombrices); echad en la base palos no muy gordos, restos de poda, etc. (para que esté aireado por debajo); luego capas alternas de hierba, estiércol, tierra, paja… Podéis echar también: restos de comida (no demasiada), dejándola cubierta para evitar malos olores y roedores (¡son muy buenos los posos de la máquina de café de la sala de profes!); la hierba que cortéis con la segadora (sin basura, claro); algunos periódicos (¡nunca papel satinado!); la tierra de los semilleros y macetas; hojas caídas, etc.
Observad y cuidad el compost. Si el montón de compost es grande, debéis voltearlo cada cierto tiempo para airearlo (si no, se pudre y huele mal). Observad periódicamente cómo va cambiando. Que no esté muy húmedo; en época de lluvias dadle una forma más aguda o cubridlo con un plástico con agujeros. Pero que tampoco se quede seco (pues los descomponedores necesitan humedad): así que, si hace falta, regadlo. Al cabo de varios meses lo podréis esparcir sobre el huerto, quitando los palos y otros restos no suficientemente descompuestos.
.Antes se dejaba al ganado en el terreno para que comiera los restos de la cosecha (rastrojos) y repusiera la materia orgánica con sus excrementos. O bien, se sacaban éstos de los establos y se esparcían en los campos. El estiércol no era un “residuo”, sino una riqueza aprovechable; casi ninguna materia se desaprovechaba: los restos de comida, para el ganado; la leña y el papel, para el fuego. Observad cuántos “residuos orgánicos” se desperdician en vuestras bolsas de basuras.
El abono orgánico: una buena solución. Abonad con estiércol, compost, humus de lombriz, etc. Para hacerlo necesitaréis carretillas o cestas, azadas y horcas (manejad éstas con muchísimo cuidado). Si echáis estiércol fresco, debéis dejarlo sobre la superficie del huerto durante un tiempo, para que se descomponga lo suficiente, y luego enterrarlo superficialmente; nunca lo echéis fresco cerca de las plantas cultivadas (las “quemaríais”); siempre es mejor compostarlo antes, para que se descompongan las numerosas semillas de hierbas competidoras que suele haber en él. En algunos cultivos largos (consultad sus fichas), conviene echar abono durante el cultivo, pero bien descompuesto. Demasiado abono tampoco es bueno, pues puede provocar a las plantas enfermedades, invasiones de pulgones, etc.
Usando la materia orgánica para abonar imitamos a la naturaleza, que no produce
“basuras” ni contamina. Así, colaboráis desde vuestro huerto escolar con la labor de los agricultores/as preocupados por el medio ambiente y la salud.









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